BANDO de la Constitución
“A todos los que la presente vieren y entendieren…” Con esta fórmula tradicional se sancionaba ante las Cortes el 27 de diciembre de 1978 la vigente Constitución. Ratificada por el pueblo español el 6 de diciembre anterior, nuestra Carta Magna es el precipitado de unos momentos políticos y de unas circunstancias sociales y culturales en los que se combinaban a partes iguales deseos de libertad tras cuarenta años de dictadura, aspiración e ilusión por un futuro más justo, temor e incertidumbre.
La mezcla de todos esos elementos, y la certeza de que si la ruptura total con lo anterior era prácticamente imposible también lo era la continuidad, propició un encuentro, una convergencia de actitudes y la convicción de que pese a las diferencias ideológicas la igualdad de los españoles y su plena libertad eran el punto de partida para reorganizar nuestra vida política.
Esa convicción, con su parte de renuncia y encuentro, de pacto y compromiso, fue el núcleo de lo que se llamó «consenso», haciendo posible la Constitución de 1978; que es por ello, sin duda, la más sólidamente construida de todas nuestras Constituciones.
La reciente historia de España es incomprensible sin hacer referencia a la Constitución. La garantía de derechos y libertades; la constitución de un Estado social y democrático de Derecho y la posibilidad, mencionada en el penúltimo párrafo de su preámbulo de «establecer una sociedad democrática avanzada»; la descentralización política y el Estado de las autonomías; el incremento del bienestar y la convivencia en armonía son méritos indudables en el haber de nuestra ley fundamental.
El reconocimiento de los logros de nuestro sistema constitucional, evocar su función integradora y sentirnos orgullosos de los avances conseguidos forma parte de la conmemoración de la Constitución. Conviene, no obstante, prestar atención a alguno de los efectos consecuencia de las respuestas dadas por los poderes públicos a la crisis económica de 2008: desconfianza en el orden político surgido de la Constitución, crisis social, política e institucional.
El reconocimiento constitucional de derechos sociales no ha impedido su anulación o recorte. La reordenación de la economía de nuestro país con menoscabo de los intereses generales, y la corrupción, han debilitado la legitimidad de la representación política con la consiguiente exigencia ciudadana de transparencia y participación. Dificultades de funcionamiento del Estado autonómico conviven con la insatisfacción de ciudadanos con la forma en que ese Estado reconoce su identidad.
En 1978 la sociedad española dio un salto cualitativo. La España de 2015 no es ya la de 1978. La mitad de la población no participó en la aprobación de la Constitución. Es una España más moderna, integrada en la UE, más plural, y sus ciudadanos son más exigentes.
Con toda seguridad, es preciso hacer un esfuerzo e introducir cambios en nuestra Constitución que extiendan y garanticen derechos sociales básicos; que reformen instituciones que no cubren los objetivos de calidad democrática; que actualicen y relegitimen nuestro modelo territorial y que refuerce nuestro compromiso con la Unión Europea.
Y ese esfuerzo debe ser generoso, no olvidando que en cuanto es un instrumento fundamental de la convivencia solo tendrá sentido si es fruto del pacto y el apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas y de los ciudadanos.
¡¡¡¡VIVA LA CONSTITUCIÓN!!!
Luis Zubieta Lacámara, Alcalde de Zuera